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Sara Bujalance, directora de la Asociación contra la anorexia y la bulimia de Catalunya (ACAB)

«Un TCA provoca un estrés agudo, doloroso y prolongado en la familia»

Marta Aragó
Marta Aragó Vendrell
Periodista. Coordinadora de contenido
SOM Salud Mental 360
Sara Bujalance, directora de ACAB

Los datos nos indican que ha habido un aumento importante de casos de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en los últimos años y, más preocupante todavía, cada vez en edades más tempranas. ¿Crees que somos conscientes como sociedad de la gravedad de estos trastornos? 

«En general, creo que no ha habido nunca una consciencia real de lo que supone un trastorno de la conducta alimentaria y, aunque en los últimos tiempos hay una mayor sensibilidad hacia la salud mental y también hacia los TCA, continuamos muy lejos de lo que sería deseable. Quizás hay una tendencia a pensar que es un trastorno menor dentro de los trastornos mentales, cuando en realidad es el que tienen la tasa de mortalidad más elevada, y el día a día de la persona afectada y de su entorno es muy doloroso y difícil. 

También ocurre que socialmente compartimos uno de los factores de riesgo de desarrollar un TCA, que es este deseo por la delgadez, un modelo de belleza excesivamente delgado. Esto hace que normalicemos algunas conductas sin ser conscientes del riesgo que suponen, como por ejemplo que una persona menor de edad haga cambios en su alimentación con el objetivo principal de perder peso por motivo estético: la operación biquini, las dietas detox, el ayuno intermitente…». 

Precisamente desde la ACAB publicasteis el resultado de una encuesta que confirmaba que más de la mitad de las chicas adolescentes de Cataluña quieren adelgazar. ¿Hasta qué punto la aceptación de nuestros cuerpos y la presión estética pueden intervenir en el desarrollo de un trastorno como la anorexia o la bulimia? 

«Los trastornos de la conducta alimentaria tienen un origen multicausal, pero es indiscutible que los factores de riesgo psicosociales tienen un peso muy importante y, concretamente, la presión estética que existe hoy en día por tener un cuerpo delgado, sobre todo en el caso de las mujeres, tiene una influencia muy clara en el desarrollo y en el mantenimiento de estos trastornos. 

El mensaje que recibimos con respecto al cuerpo y a la delgadez es en realidad un doble mensaje muy perverso: hay que estar delgado para tener éxito en la vida, para considerarse de valor, pero detrás de este mensaje se esconde de manera implícita y muy perjudicial la idea de que si no estás delgado o delgada es porque no te esfuerzas lo suficiente. La suma de estos dos mensajes contribuye a que haya tantos casos de TCA. Sí, podemos decir que vivimos en un entorno social en el que la presión estética por estar delgados, sobre todo delgadas, «fabrica trastornos de la conducta alimentaria».  

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¿Cómo se sienten los jóvenes con su cuerpo?

¿Qué papel crees que juegan las redes sociales en este incremento de casos de TCA?

«Lo que sabemos es que la exposición a redes sociales a edades más tempranas favorece el desarrollo de estos trastornos, porque son un altavoz de toda esta presión por estar delgados. Esta presión estética es omnipresente y nos contamina a todos en mayor o menor medida, pero los adultos, de manera general, por el hecho de ser adultos y maduros cognitivamente y tener una experiencia vital acumulada, tenemos unos recursos para defendernos de esta presión que los menores no tienen, y cuanto más jóvenes, como es natural, menos recursos tienen. A veces entramos en la discusión de si móviles sí o móviles no, pero tal vez la discusión tendría que recaer en cómo reconducir esta situación. Lo que es indiscutible es que las redes sociales están teniendo un impacto negativo en la salud mental de los adolescentes y, en el caso de los TCA, contribuyen a dificultar la construcción de una imagen corporal positiva por parte de los chicos y las chicas. Es urgente encontrar medidas para poderles proteger de esta situación que les está haciendo tanto daño». 

La presión estética que existe hoy en día por tener un cuerpo delgado, sobre todo en el caso de las mujeres, tiene una influencia muy clara en el desarrollo y en el mantenimiento de un TCA. 

Cuando se habla de trastornos alimentarios se acostumbra a hacer el símil con el iceberg, como si solo fuera la punta que vemos. ¿Qué se esconde detrás de un TCA?

«Lo que hay detrás es un trastorno de base muy emocional, una dificultad muy notable en la gestión de las emociones, en la tolerancia hacia la frustración, una falta de autoestima importante y muchos miedos. A veces, toda esta autoexigencia, responsabilidad y perfeccionismo que observamos tienen que ver con querer ser muy complaciente con los demás, con el objetivo de agradar y así intentar construir un poquito la autoestima, pero en realidad es una de las peores estrategias para hacerlo. Por eso, los tratamientos son más largos de lo que las personas o las familias esperan, porque reconducir todos los aspectos relacionados con la alimentación puede ser relativamente sencillo, pero luego hay toda una parte de funcionamiento psicológico que hay que trabajar y que requiere tiempo, paciencia y mucho esfuerzo». 

adolescente familia

Ahora ya sabemos que nuestra hija tiene un TCA. ¿Qué hacemos?

¿Qué pasa cuando un TCA entra en una familia? 

«Es como si cayera una bomba en medio del salón, tal cual. El TCA tiene un desarrollo muy insidioso y muy perverso, porque las primeras señales de alerta pueden pasar desapercibidas; tú a lo mejor observas que tu hija adolescente, en vez de llevarse un bocadillo de fuet para desayunar en la escuela, empieza a llevarse manzanas o zanahorias, y piensas «casi que mejor, porque es más saludable»; o ves que pasa más tiempo con el móvil o que está más tristona, pero bueno, piensas «es adolescente». Es muy comprensible que las familias no identifiquen las primeras señales de alerta, hasta que, de repente, el trastorno da la cara de una manera muy evidente y empiezas a ver la restricción alimentaria, la negativa a comer, el estado de ánimo completamente alterado, irritable… Las familias, a menudo, expresan que no reconocen a su propia hija. 

Cuando explota, es como un puzle que encaja de repente, y, como es lógico, la familia reacciona con muchísimo miedo, con mucha sensación de incertidumbre, porque no saben a qué se enfrentan, si hay o no tratamiento, a quién acudir o qué pasos dar. A partir de aquí, empieza todo un proceso en el que es indispensable que la familia reciba información correcta y suficiente sobre los trastornos de la conducta alimentaria y que tenga pautas y estrategias para que desde casa puedan manejarlo de la manera más saludable posible y contribuir a mejorar el pronóstico de la persona afectada. 

Cuando un TCA entra en una casa es como si cayera una bomba en el salón. Es muy comprensible que las familias no identifiquen las primeras señales de alerta, hasta que, de repente, el trastorno da la cara de una manera muy evidente.

Hay que entender que cuando una familia tiene un hijo o hija con un TCA está sometida a un estrés agudo, porque es un trastorno grave que altera el funcionamiento y la dinámica familiar de manera importante, y que requiere un proceso largo con muchas curvas, con idas y venidas. La familia tendrá que aprender a tolerar esa incertidumbre, ese mejorar y empeorar, y necesitará apoyo emocional para poder gestionar su propio sufrimiento y preservar el bienestar familiar. Además, muchas veces, vemos que la mayor parte de la carga recae en la madre, y esto supone un coste personal para ella importante, que acaba reduciendo su actividad laboral, el ocio y la vida social. Podemos acabar teniendo una hija con TCA y una madre o un padre con síntomas depresivos o ansiosos, por ejemplo».

¿Cómo puede ayudar la ACAB a las familias y por qué es importante que acudan a una asociación como la vuestra?

«La asociación nación en 1992 en Barcelona, cuando aún no se hablaba de terapia basada en la familia, no se tenía el conocimiento que se tiene ahora de cómo la familia realmente es un elemento importante en todo el proceso de recuperación de la persona afectada. Para las familias es básico tener información para entender el TCA y para anticipar situaciones determinadas y sentirse preparadas para actuar, pero también es importante para ellas tener un espacio para compartir la angustia y gestionar el sufrimiento. 

En nuestras actividades dirigidas a las familias no solo hay un psicólogo especialista en TCA, sino también tenemos la figura del padre o madre experto, una persona que ha vivido la experiencia y ha recibido formación para poder acompañar a otras personas que están pasando por esta situación. Este tipo de apoyo psicosocial es paralelo y se complementa con la atención clínica que se hace desde los equipos de salud mental». 

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La importancia de la familia en el abordaje de los trastornos de la conducta alimentaria

¿También os dirigís a las personas directamente afectadas por un TCA?

«Nosotros atendemos a cualquier persona o entidad que por el motivo que sea necesite ayuda o simplemente necesite información sobre los trastornos de la conducta alimentaria. Cuando una persona mayor de edad con un trastorno de la conducta alimentaria se acerca a nosotros para consultarnos, lo que intentamos hacer es rescatar esa conciencia que ya empieza asomar, para reforzarla, empoderarla y favorecer que tome el control y plante cara al trastorno, iniciando un tratamiento especializado. Les damos la mano para empezar un tratamiento, les damos el empujón, pero no ofrecemos tratamiento porque consideramos que no es nuestro papel, sino de los equipos de salud mental, con quien debemos coordinarnos para sumar esfuerzos entre todos».

Debemos ayudar a nuestros hijos e hijas a ser críticos con los mensajes que nos llegan para que puedan construir, en la medida de lo posible, una imagen corporal saludable.

Si tuvieras que dar cuatro pautas de prevención a las familias con hijos adolescentes, ¿cuáles serían?

«Siempre insistimos en promover lo que llamamos factores de protección, que son aquellos que reducen la probabilidad de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria, pero que no son una garantía absoluta. Pero vale la pena reforzar estos factores de protección, porque si entra un TCA en casa, van a ser entonces factores de buen pronóstico. Los principales mensajes que podríamos dar a nivel preventivo son:  

  • En la medida de lo posible, hacer al menos una comida en familia. Si podemos hacer más de una mejor, pero al menos una. Todos sentados en la mesa, con la misma comida o similar, compartiendo un espacio de vínculo y conversación relajado y agradable y sin pantallas durante ese rato, la televisión incluida.
  • Fomentar desde casa una mirada crítica sobre la presión estética que existe por estar delgadas. Debemos ayudar a nuestros hijos e hijas a ser críticos con estos mensajes que nos llegan para que puedan construir, en la medida de lo posible, una imagen corporal saludable. Y, en este sentido, debemos dar nosotros un buen ejemplo sin someternos a dietas restrictivas con una finalidad estética, por ejemplo.
  • Fomentar desde casa una crianza basada en la disciplina positiva, basada en un buen trato, que pone atención en el vínculo, en el apego y que promueve pautas como la de llevar a cabo comidas en familia». 
Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 30 de Abril de 2025
Última modificación: 30 de Abril de 2025

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Si sufres de soledad o pasas por un momento dífícil, llámanos.

La Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia de Cataluña (ACAB) nació en 1992, impulsada por familias y profesionales del Hospital Clínic de Barcelona. Conscientes ya entonces de la importancia de la familia en todo el proceso de recuperación de un trastorno de la conducta alimentaria, la entidad ofrece recursos, herramientas y acompañamiento para ayudar a afrontar el impacto que supone un trastorno de este tipo en las dinámicas de un hogar. Y cuidando de las familias, se favorece el buen pronóstico de la persona afectada. 

El número de personas con un trastorno alimentario ha aumentado en Cataluña más de un 60% desde 2018, según datos del Departament de Salut de la Generalitat; y es sobre todo preocupante el incremento de casos en edades cada vez más prematuras. Aunque se trata de uno de los trastornos con una tasa de mortalidad más elevada, existe todavía una falta de conciencia de la gravedad y del impacto que supone tanto para la persona como para su entorno más próximo. Así lo cree Sara Bujalance, psicóloga especializada en TCA y directora de la ACAB, que nos habla sobre factores que pueden favorecer su prevención y de cómo puede actuar la familia para cuidarse y cuidar a la persona afectada. Aquí es donde entra la ACAB, ofreciendo un apoyo imprescindible en un momento de miedo e incertidumbre.