Gestionar el sufrimiento ajeno
Resumen
Expresar alegría es fácil. Es una emoción positiva, de las pocas que existen. Sin embargo, cuando las personas sienten tristeza, desánimo o pena la cosa se complica. Estas emociones difíciles de gestionar quedan muchas veces escondidas o reprimidas, sigue perdurando en nuestra sociedad la sensación de que mostrarlas es señal de debilidad. Un prejuicio que se manifiesta en forma de expresiones como «no te expongas demasiado» o «no llores, debes ser fuerte». Esto lo único que consigue es que sigamos reprimiendo todo aquello que, emocionalmente, nos perturba. Además de esta represión emocional, algunas personas intentan minimizar el sentimiento negativo iniciando o aumentando el consumo de alcohol, de nicotina, de cafeína o de fármacos para mitigar el dolor o inducir al sueño.
Las emociones no son buenas ni malas, ni positivas ni negativas. Todas ellas son necesarias para el ser humano y tienen una función adaptativa, es decir, nos ayudan a adaptarnos a los cambios en nuestras vidas. El arte consiste en mantenerse en un equilibrio emocional que no altere nuestro bienestar.
En ocasiones, las personas que están sufriendo solicitan ayuda a su entorno para poder gestionar estas emociones. En general, y para que este proceso de interacción social con los otros sea saludable es importante:
- Realizar una escucha activa y forma consciente para poder contactar emocionalmente con la otra persona.
- Mostrar empatía.
- Evitar los comentarios que minimicen el sufrimiento de la persona, tipo: «anímate», «tranquilo», «no es para tanto».
- Ayudar a la persona a expresar su desánimo para que se desahogue y se alivie.
- Facilitar un espacio físico y un tiempo adecuado para que esa persona pueda ser escuchada, sin ser juzgada.
Si eres un profesional del ámbito de la salud o del ámbito social seguro que has tenido que afrontar conversaciones y situaciones de escucha de personas que están sufriendo. En estos momentos es importante que como profesional que estás prestando ayuda tengas las habilidades comunicativas, sociales y emocionales necesarias para no sentirse desbordado por esta situación de sufrimiento ajeno, y que puedas ayudar de forma efectiva, a la persona atendida.
Se trata de unas pautas generales, puesto que cada situación y persona es distinta y, por tanto, cada profesional deberá adaptarse a las demandas personales y situacionales.
Diez pautas para una comunicación eficaz ante el sufrimiento ajeno
- Conócete bien. El autoconocimiento personal te ayudará a conocer tus mejores habilidades para poderlas utilizar en el proceso de escucha.
- Acepta tu propia vulnerabilidad, y no realices conductas de huida ante el sufrimiento ajeno. Ver sufrir al otro nos confronta con nuestra propia vulnerabilidad y puede llevarnos a querer evitar mirarlo de frente.
- No confundas la empatía con sentir lo mismo que la persona te está expresando. La empatía es una actitud que se aprende también con el uso, y que incluye una parte cognitiva, conductual (verbal y no verbal) y afectiva. Son útiles mensajes en los que reflejamos el tono emocional del otro (mirada, expresión facial congruente con el mensaje verbal del otro, asentimientos de cabeza, uso de la postura, distancia, gestos ilustradores de nuestras manos que acompañan el mensaje verbal).
- Cuando escuchamos el sufrimiento ajeno, sentimos malestar emocional. Debemos tener claro que este malestar es nuestro, no nos lo provoca la persona con la que estamos hablando.
- Reflexiona sobre lo que sientes. Quizás ponerles palabras a estos sentimientos te ayudarán a gestionar tus propias emociones.
- Aplica una comunicación terapéutica útil en el que puedas usar estrategias comunicativas como: el sondeo, la paráfrasis, el resumen, el reflejo, dar instrucciones de manera adecuada, aportar información escalonada y útil, etc.
- Ejercita las cualidades personales profundas (autenticidad, concreción, aceptación incondicional del otro, honestidad) respetando en todo momento al interlocutor.
- Da un apoyo eficaz, sin promover el victimismo. Es importante romper con un refuerzo exagerado que convierta a la persona en prisionera de su situación.
- Expresa tus propios sentimientos y solicita ayuda si percibes que la propia situación te desborda.
- Pon al uso recursos individuales de afrontamiento eficaces ante el estrés como: respiración acompasada, relajación muscular progresiva, ejercicio físico regular y adopta un estilo de vida saludable en cuanto alimentación equilibrada y sueño-descanso reparador. Y no olvides rodearte de personas significativas de tu entorno.
Por último, recuerda que las habilidades sociales no solamente son conductas que se emiten por ensayo y error, y que imitan lo que observamos; también son pensamientos y emociones que ponemos al uso ante una situación social determinada y que repetimos cuando vemos que realmente son efectivas para manejar una situación concreta de interacción.
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