Cómo evitar obsesionarse por tener un cuerpo musculoso
El culto al cuerpo y la constante presión que sienten muchas personas para alcanzar los estándares de belleza transmitidos por los medios de comunicación y las redes sociales están disparando el desarrollo de diversos trastornos de salud mental relacionados con los hábitos de alimentación, autoimagen y autoestima. Uno de los trastornos que recientemente está cogiendo vuelo es el conocido como dismorfia muscular o vigorexia, que aparece cuando se abusa del ejercicio físico compulsivo combinado con dieta con el objetivo de conseguir cada vez más musculación. Esta obsesión, especialmente presente en hombres, acaba provocando una alteración en cómo percibimos nuestro cuerpo, en este caso, subestimándolo.
Este trastorno puede acarrear graves problemas para la salud mental, física, y alteraciones de la conducta social derivados de la constante insatisfacción sobre su cuerpo, la dependencia a realizar ejercicio físico y los cambios en los hábitos alimentarios. Las personas afectadas suelen seguir una dieta baja en grasas y alta en hidratos de carbono y proteínas para conseguir aumentar la masa muscular. La dieta que se sigue es muy estricta en cuanto a cantidades y tipos de alimentos, lo que favorece la obsesión por seguirla sin permitirse un cambio. A menudo, además, se acaban consumiendo sustancias perjudiciales para el organismo como, por ejemplo, los esteroides anabolizantes. Estas sustancias pueden provocar efectos adversos como problemas de impotencia, crecimiento desproporcionado de las glándulas mamarias, acné, caída de cabello, depresión, euforia, irritabilidad y problemas de corazón e hígado.
Pero, ¿cómo puedes evitar caer en la obsesión si quieres estar en forma?
- Te aconsejamos realizar ejercicio físico en grupo y, mayoritariamente, de forma lúdica.
- Si realizas actividad física en un gimnasio, como, por ejemplo, levantamiento de pesas, se recomienda que siempre sea con la supervisión de un entrenador profesional.
- Adapta los ejercicios físicos a tus necesidades y capacidades.
- Evita las actividades que requieran sobreesfuerzos innecesarios.
- Para el ejercicio en el momento en el que tu cuerpo presente fatiga, cansancio o dolor muscular excesivo.
- Ten sentido crítico con el contenido que puedas encontrar en internet y en las redes sociales, que no siempre es cierto, ni saludable ni creíble en cuanto a promesas de resultados espectaculares en poco tiempo en relación al estado físico.
- Evita compararte con otras personas.
Hay personas que pueden estar más en riesgo de tener vigorexia dado que se alimenta de las inseguridades emocionales y la baja autoestima, y de las personalidades obsesivas y perfeccionistas.
Si te identificas con algunos de estos factores hay que tener especial cuidado:
- Tener baja autoestima.
- Poseer un alto nivel de autoexigencia y un comportamiento poco flexible.
- Tener una personalidad obsesiva con uno mismo.
- Poseer problemas emocionales en las relaciones personales y profesionales.
- Antecedentes de sobrepeso u obesidad durante la infancia.
- Haber sufrido acoso escolar por el aspecto físico durante la infancia.
¿Cómo saber si tienes un problema de vigorexia?
Suele ocurrir que las personas con una dismorfia muscular tienen una visión distorsionada de sí mismos y, por tanto, al no ser conscientes del problema, no piden ayuda.
Algunos de los síntomas que podemos observar en nosotros mismos o personas cercanas son:
- Exceso de ejercicio físico: dedicación de muchas horas al día a realizar ejercicio físico, incluso en el tiempo libre, y sin saltarse la rutina de entrenamiento. Cuando se puede realizar ejercicio se puede llegar a sentir ansiedad.
- Dietas restrictivas: consumo de alto consumo de proteínas e hidratos de carbono, y un consumo muy bajo de grasas.
- Percepción corporal distorsionada: no aceptación ni aprecio por el propio cuerpo, que se percibe con muchas deficiencias debido a la obsesión por tener un cuerpo musculoso.
- Consumo de sustancias perjudiciales: consumo de esteroides anabolizantes para llegar a la idealización corporal.
- Depresión y pensamientos suicidas: se puede llegar a tener una frustración constante, ansiedad y estrés por no poder llegar al cuerpo perfecto ideado. En algunos casos, este tipo de pensamientos pueden acarrear depresión y pensamientos suicidas.
- Ocultar el cuerpo: a veces el sentimiento de rechazo al propio cuerpo puede ser tan grande que se quiere esconderlo.
- Aislamiento social: menos actividades y relaciones sociales como consecuencia de sentirse mal con el propio cuerpo y por dedicar el tiempo al ejercicio físico.
En el momento en que se reconoce el trastorno y la persona se pone en manos de profesionales de la salud mental, el objetivo es proporcionar terapias psicológicas que permitan modificar la conducta y la perspectiva que tiene la persona sobre su cuerpo. El entorno más cercano tiene una función muy importante en la recuperación, ya que su apoyo es fundamental cuando intentan disminuir el ejercicio físico desmedido por rutinas más razonables. También es clave reducir el entusiasmo y la ansiedad por el ejercicio físico intenso, consiguiendo que se interesen por otras actividades menos perjudiciales por su cuerpo. Por lo que respecta a la terapia psicológica se centra en la imagen corporal y las conductas de riesgo (tanto alimentarias como deportivas). Otros aspectos del tratamiento importantes son reforzar la autoestima, combatir el perfeccionismo, mejorar las relaciones sociales, vencer las obsesiones y equilibrar el estado de ánimo.
Si tienes pensamientos suicidas, pide ayuda:
También puedes comunicarte con los servicios de emergencia locales de tu zona de residencia.
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024
Línea de atención a la conducta suicida -
061
Salut Respon -
900 925 555
Teléfono de prevención del suicidio de Barcelona